Antonio López Alonso

Obra creativa de Antonio López Alonso, editada por Ediciones Irreverentes, Edaf, La Universidad de Alcalá y otras. Premio de relatos "Antonio López Alonso".

23.12.05

Antonio López Alonso y Francisco Nieva presentan juntos la novela ganadora y finalista del Premio Ducado de Loeches

López Alonso y Francisco Nieva (Foto Paco Manzano)
Antonio López Alonso y Francisco Nieva, tras la presentación de sus respectivas novelas, Tierra de sombras y de luna, finalista y Mención Especial del jurado, y La mutación del primo mentiroso, obra ganadora. El novelista Miguel Angel de Rus fue el presentador de las obras en un acto que tuvo lugar en el café El Espejo, de Madrid.

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Tierra de sombras y de luna, de Antonio López Alonso, Mención Especial del jurado del Premio Ducado de Loeches

"Tierra de sombras y luna”, obra finalista del Premio de Novela Ducado de Loeches y Mención Especial del Jurado, transcurre en Guajara, un pueblo inexistente -al modo de Macondo- que se localiza en un lugar indeterminado de León y que representa lo más oscuro de la España interior. La novela, que transcurre en los años de la guerra civil y la dictadura, arranca con la llegada a España de un hombre huido de México que busca un pequeño pueblo en el que jubilarse convertido en ganadero. Esta retirada al pueblo remoto es una primera aceptación de la muerte. El mexicano se enamora de una muchacha que a los diecisiete años queda huérfana y que durante más de una década había obedecido la orden de su madre de no dejarse engañar por los hombres, quienes no traen más que palabras y las palabras producen dolor. El amor entre la muchacha y el mexicano es fulminante y como todo amor fulminante parece destinado a ser breve. El mexicano había intentado vivir sin sentimientos, o lo que es lo mismo, sin dolor, pero al enamorarse de la muchacha comenzará a saber lo que es la angustia, la inquietud, la tortura. La muerte colectiva, la degeneración de una España que había perdido todos los límites morales y que era pura violencia, se convierten en metáfora de la realidad. Es una novela de extrema violencia y crueldad en la que se refleja el escaso valor de la vida humana, y que posee una capacidad poética extraña en esta época, lo que hace de ella una obra de un especial valor, inquietante e incitante para el lector.
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14.12.05

Francisco Nieva, ganador del Premio Ciudad Ducal de Loeches, López Alonso Mención especial del Jurado

López Alonso recibe la Mención especial del Jurado


Francisco Nieva es el ganador de la primera Edición del Premio Nacional de Novela Ducado de Loeches, por su obra "La mutación del primo mentiroso o El estilo que mata". El anuncio del fallo del premio fue hecho en la madrugada del viernes al sábado, en el hotel Palace de Madrid, por el escritor Miguel Angel de Rus.
La novela "Tierra de sombras y de luna", del escritor zamorano Antonio López Alonso recibió una mención especial del jurado.
La dotación del certamen es de 60.000 €, estableciéndose un premio para el ganador dotado con 18.030 €.
En esta primera edición han participado ochenta escritores. Las novela participantes habían de ser inéditas, estar escritas en español y presentarse sin la firma del autor, sustituida por lema o seudónimo acompañados de plica cerrada. E
entre los finalistas estaban los escritores Antonio López del Moral, Jordi Sabaté, Juan Antonio Bueno Álvarez, Juana Pines, Javier Sahagún y J. Antonio Ramírez Lozano.

La noche en que el pueblo me quiso matar, un drama rural

Antonio López Alonso presentó en el madrileño Café El Espejo su novela "La noche en la que el pueblo me quiso matar", en la que, al modo de Bulgakov en su "Morfina", hace una descripción apasionante de la vida rural y de las traumáticas experiencias de un médico criado en el entorno urbano, que se enfrenta a un mundo tan cercano como desconocido. Un error médico, una muerte en un parto, el miedo, las drogas como única salida, la muerte que espera omnipresente, una muerte anunciada, en la que el pueblo entero quiere tomar parte, son las claves de esta novela que nos recuerda que la llamada civilización no es sino un ligero barniz que apenas tapa las impurezas de la condición humana, nuestra propensión a la violencia y a la venganza. López Alonso, como Bulgakov, -aunque con influencias literarias como la de Juan Rulfo- contrapone en esta novela la energía del hombre de ciencia con el mundo de la inercia, de la incultura, de las tinieblas. Aunque el lector crea saber hacia qué desenlace se encamina, no podrá evitar pasar la página una y otra vez en busca de la verdad sospechada, esa verdad que por políticamente incorrecta, nos queremos ocultar a nosotros mismos.
El escritor mexicano Juan Patricio Lombera afirmó al hacer la presentación que "este libro está en la línea de Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez, porque se supone previsible el final con muerte, pero hay reiteradas ocasiones en que se lleva a pensar al lector que puede tener una salida. El autor juega con el lector y mantiene, e incluso incrementa, su tensión. López Alonso tiene claras influencias de Rulfo, a quien se asemeja en el perfecto uso del habla rural y en la condensación del lenguaje."
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Carlos II, El Hechizado, el rey que se creía poseído por el demonio

Ediciones Irreverentes inicia su colección Aqueronte con el extraordinario estudio sobre "Carlos II, el hechizado" de Antonio López Alonso, quien describe con abundante bibliografía y de un modo tan ameno como profundo la infancia y adolescencia del malhadado rey, sus enfermedades que llevaron al pueblo a creer que estaba hechizado; las intrigas cortesanas que sufrió; sus desgraciados matrimonios con Mª Luisa de Orleans y con Mª Ana de Neoburgo y cómo nada pudieron hacer por él ni la medicina tradicional, ni la alternativa, ni los exorcismos que tuvo que sufrir en tiempos de oscurantismo en la que las supersticiones religiosas luchaban contra los avances de la ciencia.
Antonio López Alonso hace un estudio apasionante sobre la enfermedad y muerte de Carlos II, uno de los personajes de la historia de España que más leyendas ha inspirado y ejemplo máximo de la decadencia de la monarquía en una época de grandes cambios en Europa. López Alonso cita a los mejores especialistas de cada época para hacer un análisis de la figura del desgraciado monarca, como cuando pone en boca del Duque de Maura que "Las revelaciones de Satanás se reducían a esto: El Rey se halla, en efecto, doblemente ligado por obra maléfica, para engendrar y para gobernar. Se le hechizó cuando tenía catorce años con un chocolate en el que se disolvieron los sesos de un hombre muerto para quitarle la salud y los riñones, para corromperle el semen e impedirle la generación."
Incluso se menciona la autopsia de Carlos II para darnos a conocer la realidad de un rey al que el pueblo creía hechizado pero que era, en verdad, un tristísimo enfermo. "La autopsia es, en cierto modo, confirmativa de esta presunción. Carlos II tenía lesiones pulmonares evidentes, y una generalización también evidente que se acusa en testículos y meninges y que nos podría explicar algunos trastornos de los últimos de su vida y su impotencia "generandi". (…) Por confidencias de ambas reinas se ha llegado a conocer que Carlos II no tenía una verdadera impotencia "coeundi", aunque sí en cierto modo "erigendi" de origen psíquico. Lo que sí parece evidente es que padecía una impotencia "generandi" y su esterilidad tenía un fondo orgánico manifiesto. Estaba afectado de un síndrome de insuficiencia testicular".
Las intrigas de las cortes europeas, que enviaban espías a España haciéndose pasar por exorcistas, son perfectamente descritas por López Alonso, que hace un retrato desgarrado de un rey y de una España que supusieron un final de época.
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Artículo de López Alonso publicado en El Mundo

CARLOS II, EL REY AL QUE TODOS CREYERON HECHIZADO

Cuando murió, el 1 de noviembre del año 1700, Carlos II no tenía ni siquiera 39 años. Parecía una anciano de 90. La enfermedad se ensaña con el cuerpo biológicamente inerte, y el último Austria fue sufriendo año tras año diferentes grupos morbosos que hicieron de su vida la de un personaje huidizo y melancólico. Un desecho de hombre. Los años que vivió se injertaron en su mundo de una manera rápida, fulminante. Cada año multiplicado por 10. Raquitismo, trastornos gastrointestinales, hidropesía... En realidad, lo sorprendente no es que muriera con menos de 39 años y apariencia de anciano, sino que llegase a vivir esos casi 39 años.Había nacido en 1661. El 6 de noviembre de aquel año, comiendo en la mesa, Doña Mariana de Austria, sobrina y esposa de Felipe IV, empezó con dolores de parto. Fue un alumbramiento fácil y rápido, y en un breve espacio de tiempo, el rey se encontró con un heredero varón. Bautizado con el nombre de Carlos, la Historia acabaría conociéndolo como El Hechizado.Fue un niño debilitado. La tara de la consanguinidad predispone a niños débiles en lo físico y en lo psíquico. Esta circunstancia innegable propició una crianza complicada y difícil. Carlos II precisó de hasta 14 amas para la lactancia. Su prognatismo facial, evidente ya de niño como en todos los Austrias, dificultaba en extremo aquélla. Es más, algunas amas de cría solicitaron ser relevadas, pues el niño trituraba sus mamas y pezones sin comedimiento.Hasta los cuatro años no se destetó el pequeño príncipe Don Carlos, y los huesos del cráneo aún no estaban soldados a los tres años. Fue en aquella época cuando el embajador francés en Madrid dirigió una carta a Luis XIV en la que comunicaba que, poco antes de cumplir los cinco años, el heredero al trono español «seguía sin saber todavía ponerse de pie al andar».
SATIRAS Y COPLILLAS
El testimonio del diplomático coincide con otros de la época. Degeneración biológica, debilidad física, fontanelas craneales sin cerrar e imposibilidad de caminar hasta bien entrada la primera infancia. La debilidad extrema y esta tardanza en el andar inclinan a pensar en un niño raquítico. Retardo motor, cabeza grande por hidrocefalia, desarreglos intestinales... Males que se corrigen bien hoy, pero no en la época que le tocó vivir a Carlos II y que le dejaron secuelas para el resto de su vida.Y así, invadido de una debilidad extrema, su deteriorada salud, escasa energía y limitación funcional le convirtieron en objeto de sátiras y coplillas por parte del pueblo. Como la que decía: «El Príncipe, al parecer, / por lo endeble y patiblando / es hijo de contrabando / pues no se puede tener».Don Carlos fue desde niño un ser insulso y torpón, con voluntad muy limitada e inteligencia escasa. Melancólico y callado, su adolescencia no estuvo exenta de raptos de cólera ante estímulos nimios.Alonso Fernández lo trata de oligofrénico. Yo prefiero definirlo como ser humano por defecto. Abúlico y penetrable. Inmensamente indiferente. Indoloro. Pero, ¿hasta qué punto oligofrénico?Cuando su madre consiguió que Don Juan José de Austria -hermanastro de Carlos II fruto de la unión de Felipe IV con una actriz- fuese enviado a las guerras del sur de Italia, Carlos II escribió a Don Juan, sin que su madre lo supiera, rogándole que permaneciera a su lado, apoyándole. Mariana de Austria había controlado a su hijo desde siempre, pero ahora el rey eludía tal control.¿No era un oligofrénico, un retrasado mental? ¿Cómo puede entenderse, pues, que rechazara el criterio de su madre y reclamara la ayuda de su hermanastro, odiado por aquélla?Pero aún hay más. Un débil mental se caracteriza, entre otras cosas, porque es muy superficial en sus sentimientos. Y Carlos II no lo fue. Su matrimonio con la francesa María Luisa de Orleans, su primera esposa, no fue un tema periférico para el rey. Fue un asunto profundo, hondo, entrañable durante los poco más de nueve años que duró, desde noviembre de 1679 hasta la muerte de la Orleans, en febrero de 1689. Siendo esto así, los médicos tenemos que cuestionarnos dónde estuvo la frontera de la oligofrenia de Carlos II.Fue pasando la vida del monarca, y en el verano de 1689 se casó con María Ana de Neoburgo, de familia prolífera. Pero tampoco llegaron los hijos con este segundo matrimonio. Y eso fue lo que terminó de hechizar a Carlos II. El tema de su fertilidad podría habérsele achacado a María Luisa, pero con María Ana, cuya madre había tenido 24 embarazos, el pueblo empezó a colocarlo bajo sospecha: él era el impotente.El rey, en su inmensa soledad, perdió la escasa credibilidad que tenía como hombre. Y tanta presión recibió en el mensaje que él mismo se lo creyó. Él mismo asumió el papel de su infertilidad, y él mismo se envolvió en una masacre de demonios, brujas y hechiceros: El Hechizado. Por impotente.


UN SOLO TESTICULO

Si difícil es en ocasiones, decía Marañón, hacer un diagnóstico fiable a la cabecera del enfermo, cuánto más estaremos los médicos sometidos al error al manejar referencias más o menos distantes en el tiempo.García-Argüelles y Alonso Fernández, sin embargo, sí se atreven a juzgar la impotencia de Carlos II como de causa orgánica, por alteración en la secreción testicular. En la necropsia, en cualquier caso, sí se confirma la existencia de un solo testículo, que está, además, claramente afectado: «Un solo testículo, negro como el carbón».En los últimos cuatro años, la maltrecha salud de Carlos II empeoró. Diferentes accesos palúdicos, trastornos gastrointestinales y una insuficiencia cardiaca que terminó en hidropesía se entrecruzaron. Autores como Rico-Avello apuntan que el adelgazamiento, las diarreas, cólicos y vómitos pueden deberse a un proceso tuberculoso.Lo cierto es que Carlos II tuvo dispepsia gastrointestinal toda su vida. Quizá fuese el personaje con prognatismo más acusado de todos los Austrias, y eso complica la masticación. Su afición desmedida al chocolate y los periodos de glotonería intermitentes terminaron de favorecer los problemas digestivos.Pero fue su corazón lo que le llevó a la muerte. «Al rey se le para el corazón y empeora visiblemente. Se le hinchan el vientre, las piernas y la cara», dijo su médico flamenco, el doctor Geelen.Hidropesía la llamaban entonces. Retención de líquidos, edema, ascitis por insuficiencia cardiaca progresiva, decimos ahora.«Le han hallado todas las entrañas... y el corazón tan consumido y seco...», se lee en el Diario de la enfermedad del rey Don Carlos II.

Puede ver el artículo en la edición digital de El Mundo:

http://telva.elmundo.es/cronica/2003/394/1052048240.html

13.12.05

Antonio López Alonso, biografía

Antonio López Alonso nace en Trefacio de Sanabria (Zamora). Es Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, donde obtuvo el Premio Extraordinario. En 1982 ganó la cátedra de Traumatología y Cirugía ortopédica de la Universidad de la Laguna, y fue Fellowship en la Universidad de Oxford. En 1983 obtuvo el Premio Nacional de Investigación de la Sociedad Española de Ortopedia y Traumatología. En 1988 obtiene la cátedra de Traumatología y Cirugía Ortopédica de la Universidad de Alcalá de Henares. Actualmente ejerce como catedrático de Traumatología y Cirugía Ortopédica en la Facultad de Medicina en Alcalá, facultad de la que fue Decano.
Es miembro de la Sociedad de Médicos Escritores y desarrolla una interesante actividad de dirección teatral en el ámbito universitario.
Entre sus libros publicados cabe destacar: Carlos II El hechizado, Tierra de sombras y de luna, La noche en que el pueblo me quiso matar, Enanos en El Quijote y en el arte, todos ellos publicados por Ediciones Irreverentes, así como La angustia de García Lorca y Santa Teresa de Jesús, enferma o santa.
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